martes, 24 de junio de 2008

Viaje en el tiempo (parte 1)

Aquí lo tienen jóvenes – dijo el profesor Eusebio mientras retiraba la manta que cubría el nuevo descubrimiento, encontrado en las ruinas de un pequeño poblado maya, era un raro mecanismo con forma triangular que algunos expertos habían definido como un reloj arcaico, el mecanismo de engranajes y símbolos estaba hecho de huesos que databan según el carbono 14 de entre el siglo II y IV después de cristo.


José lo miro maravillado, no tanto por el reloj, sino por la mente que lo había creado, una mente que posiblemente fuera como la suya, los antiguos mayas eran unos genios, sin duda, como él. José tenía 15 años y a su corta edad ya era universitario, cursaba la carrera de arqueología y al mismo tiempo la de física, un impresionante logro para un joven de un país tercer mundista y más impresionante aun para un joven que pertenecía a uno de los últimos grupos de indígenas mayas.


Estaba apunto de terminar un proyecto secreto “una maquina del tiempo” y aun no se había decido por una época a la cual realizar el primer viaje, el viaje de prueba, pero ahora lo sabía, iría a la época en que ese reloj fue creado, para absorber el conocimiento de sus antepasados, para interactuar con personas que poseían mentes iguales a la suya. Esa noche, en su pequeño departamento universitario, José realizo los últimos ajustes a su maquina del tiempo, llevaba dos años desarrollándola, era una esfera de metal plateada, con un complejo mecanismo interno, en el exterior poseía una carátula de reloj para marcar fecha y hora, con dos pequeños botones debajo que servían para cambiar la fecha el azul y las horas el rojo.

La maquina funcionaba cambiando las partículas de energía y masa de positivas a negativas a través del espacio-tiempo moviéndolas hacia atrás en el tiempo (hacia el pasado) al contrario de lo establecido por Albert Einstein en su teoría de la relatividad, la maquina avanzaba hacia el pasado llevando con ella a lo que la estuviera tocando o a lo que la sostuviera.

José no estaba completamente seguro de la fecha a la cual debía ir, el reloj arcaico databa según los expertos de entre el siglo II y IV después de cristo, un periodo largo, José tenia que acortar ese periodo, debía realizar el mismo la prueba del carbono 14. Así que decidió que debía “tomar prestado” el reloj.

Espero a que amaneciera y abandono el área de departamentos, únicamente llevaba su mochila, no necesitaba más, atravesó la universidad hasta llegar al auditorio donde residía en exposición el arcaico objeto. Fue verdaderamente fácil, en la universidad no consideraron que alguien se interesara en robar el reloj, incluso había gente viendo algunos otros objetos en exposición y hicieron caso omiso cuando José atravesó el auditorio, tomo el reloj y lo guardo en su mochila, para después salir tranquilamente sin levantar sospecha, así es México.

Continuara…………

1 comentario:

LaClau dijo...

Hola Peter,
¿Qué sigue? Estoy muy intrigada.

Hace años (muchos!!) viajé a Belize y conocía a un joven maya experto en biología y pájaros. Se llama Pío, era (es, supongo) realmente talentoso. Lo último que supe de él hace algunos años fue que la Universidad de Miami lo becó para estudiar y que estaba muy contento y la Universidad más pues había descubierto a un joven genio proveniente de un país al que el mundo presta poca atención. Por obvias razones tu narración me recordó a este entrañable hombre con quién ya no tengo contacto pero a quien recuerdo con cariño infinito.

Gracias y saludos.