sábado, 31 de mayo de 2008

Alquiler de Amigos



Alquiler de Amigos



- Buenas tardes – dijo Héctor Robles, al acercarse al mostrador de la tienda donde alquilaban amigos.

- ¡Que tal! – le respondió jovialmente el dependiente, un tipo alto y con rostro bonachón - ¿Como esta? - preguntó a Héctor.

- Eh…bien estoy bien, respondió Héctor, se sintió algo nostálgico, hacia mucho tiempo que nadie le preguntaba como estaba, se pregunto que debía responder, ¿Cuáles eran las reglas de cortesía en esos casos?....

- ¿Como esta usted? – le preguntó Héctor al dependiente.

- La verdad eh tenido un pésimo día – dijo el dependiente – figúrate que mi auto no encendió esta mañana cuando me disponía a venir al trabajo…

Algunos minutos después el dependiente y Héctor se encontraban embarcados en una conversación amena y fraternal, palmeándose mutuamente la espalda y riendo a carcajadas.

- ¿Que tipo de amigo estas buscando Héctor? – pregunto disimuladamente el dependiente.

- No lo sé – respondió Héctor – yo solo buscaba un amigo, no tenia idea de que existían diferentes tipos.

- Un error frecuente camarada – dijo el dependiente, saco de un cajón del mostrador un libro bastante grande que tenia escrito en la cubierta con letras doradas Catalogo se Amigos” el dependiente le tendió el libro a Héctor, este lo tomo y lo abrió.

El índice era largo, en el se leían muchos tipos de amigos: Amigos Leales, Amigos Atentos, Amigos Discretos, Amigos Divertidos, Amigos Sensibles, Amigos Aduladores, etc. Se dirigió hasta la página 35 del catalogo, que decía:

Amigos Atentos

Continuamente dispuestos a escucharlo,

A velar por usted,

Estos amigos escucharan la historia de su vida,

Sus problemas y no lo juzgaran,

Lo apoyara para salir adelante.

Continuó hojeando el catalogo y se detuvo en los amigos divertidos:

Amigos Divertidos

Graciosos por naturaleza,

Estos amigos pasaran con usted un rato muy ameno,

Bebiendo cerveza y recordando entretenidas

Anécdotas.

El rato de risa esta asegurado con los amigos divertidos.

Siguió hojeando el cátalo, observando la gran variedad de amigos disponibles, indecisazo sobre cual tipo elegir.

Amigos Aduladores

Constantemente alabando sus hazañas,

Estos amigos los seguirán a donde usted valla,

Siempre opinaran lo que usted opine,

E intentaran ser como usted.

- Te veo dudoso amigo – le dijo el dependiente, obviamente notaba su indecisión – sabes me caíste muy bien, por eso te diré que tenemos disponible a un amigo que posee características de diferentes tipos, es de lo mejor, claro tiene un alquiler mas alto, pero bueno ¿quien no daría un fortuna por un amigo?

- solo necesito que firmes aquí y que escribas tus datos aquí – dijo mientras le pasaba un grueso contrato de alquiler, Héctor lo firmo sin siquiera leerlo, un amigo era lo que siempre había querido, se sintió realmente feliz cuando supo del alquiler de amigos, esta era una oportunidad en mil.

- Hecho esta – dijo el dependiente – ¿quieres llevarte ahora mismo a tu amigo? o ¿prefieres que te lo enviemos a tu casa?

Héctor medito un instante «No estoy lo suficientemente presentable para recibir a mi amigo en este momento» pensó.

- Mejor lo esperare en mi casa – dijo.

- Muy bien – dijo el dependiente – has de saber que la primera renta se paga aquí, si después gustas de visitas diarias, semanales o casuales, solo tienes que depositar el precio del alquiler a nuestro numero de cuenta.

Le paso a Héctor una pequeña tarjeta con el nombre del negoció, que tenia en tinta roja unos diez dígitos, Héctor la tomo y la guardo en su bolsillo. De la bolsa trasera de su pantalón saco su cartera y de ella extrajo su tarjeta de crédito y realizo el pago correspondiente.

Al salir de la tienda escuchaba los hasta luego y los vuelve pronto del dependiente. Se encontraba feliz, ilusionado con la víspera de su amigo, su gran amigo, imaginaba ya los ratos de diversión, los relatos de viejas anécdotas y las noches que se hacían eternas hablando de antiguos amores. Se sentía feliz.

Fin

jueves, 29 de mayo de 2008

El Lugar

El Lugar

El rayo de luz iluminaba directamente su rostro cuando despertó, abrió los ojos y se dio cuenta de que aun estaba en ese lugar; sin duda, aun estaba allí, iluminado parecía algo diferente, daba la impresión de ser una pequeña habitación humilde, con una minúscula ventana embarrotada en una de sus paredes, pero, aun le llegaba el aroma fétido, ese olor que recordaba el excremento, que le recordaba que era una celda; no una habitación.

Intento cerrar los ojos, quería dormir y despertar en otro lugar, cualquier lugar, menos aquel. Fue inútil, estaba despierto, era de día, era el día, aunque durmiera nada cambiaria.

El crujido que hizo la puerta de madera al abrirse, le helo la sangre; sintió un hueco en su pecho, se levanto de un salto, un hombre desgarbado, con ropas muy sucias y bastante anciano entro, cargaba una bandeja con agua y pan, lo miro fijamente con unos ojos que expresaban…lástima, se inclino dejo la bandeja en el suelo y salió, la puerta crujió de nuevo al cerrarse.

«Agua y pan» pensó, « ¿Agua y pan? Creen que quiero una maldita jarra de agua y un podrido pan en un momento así, perversos(,) eso es lo que son»

Miro fijamente la bandeja que estaba en el suelo y su estomago le recordó con un gruñido que no había probado bocado desde que le trajeron allí. Intento poner su orgullo por encima de su hambre pero fue inútil, intentó razonar consigo mismo; no tenia sentido comer en ese ni en ningún otro momento, no serviría de nada, en unas horas más no necesitaría volver a comer, el lo sabia y sin embargo devoraba el pan con una ansiedad animal y bebía el agua que se derramaba entre sus labios como si fuese un néctar de dioses.

Justo en cuanto terminó la puerta crujió de nuevo y aunque intentó evitarlo, el hueco se volvió a formar en su pecho, esta ves entraron dos hombre uniformados, reconoció los uniformes y le temblaron las piernas, haciéndolo caer de rodillas ante ellos, intento impedirlo pero las lagrimas brotaban de sus ojos, los dos hombres lo flanquearon y al levantarlo pusieron grilletes en su manos, lo empujaron para que avanzara y él sintió regresar su valor, levantó la frente al cruzar la puerta, infló el pecho al atravesar el pasillo rodeado celdas.

Al llegar al patio, el pelotón de fusilamiento lo esperaba ya, las miradas de aquellos hombres expresaban odio y a la vez pena, miró a los hombres que lo iban a matar, aquellos hombres que sin conocerlo, le dispararían; cerrando sus ojos para siempre. No pudo odiarlos. Un hombre obeso recitaba sus crímenes a la pequeña muchedumbre que se había reunido para presenciar su ejecución. – Tus ultimas palabras – dijo el hombre al terminar su declaración.

« ¿Mis últimas palabras? » pensó, intento pensar: algo lindo, algo profundo, algo que la gente relatara después de su muerte, nada cruzo su mente, solo pensaba en el hecho de que ya no estaría más. El silencio era sepulcral, todos habían callado esperando escuchar sus palabras, pero solo se oía el sonido del viento, por que sus labios jamás se abrieron.

El obeso impaciente ordeno la ejecución, la vos de la gentuza susurrándose entre si comenzó a resonar de nuevo, pero, fue acallada por el grito de: preparen, apunten, fuego.

Sintió decenas de pinchazos atravesar su pecho, como si lo hubieran apuñalado decenas de veces al mismo tiempo, el calor de la sangre al brotar de su cuerpo lo hizo desplomarse y cerrar los ojos, pensando que desearía estar en otro lugar.

Fin

El gato

El Gato


Al caer la noche logro divisar al gato, era rojo con algunas franjas amarillas en su pelaje, estaba al fondo del callejón sobre un bote de basura, mirándolo fijamente con unos ojos que parecían proyectar una luz en la oscuridad, se pregunto si sabia todo lo que había pasado para encontrarlo, todo lo que había tenido que abandonar. Se acerco lentamente al bote, el gato seguía quieto no hacia nada más que mirarlo con esos ojos brillantes como farolas.

- me encontraste – dijo al fin el felino.



Fin…


Cuento

Un Tímido Profesor


Roger aun un poco adormilado entro a dar sus clases a el aula 35, el aula mas famosa de el bachillerato 516, fama ganada por sus ocupantes 25 jóvenes irreverentes, sin preocupaciones y con una total falta de vergüenza. Roger tenia ya dos meses dando clases en esa aula, siempre llegaba y daba sus clases sin dirigirse a nadie en especial, los jóvenes pocas veces lo observaban, se entretenían mas bien platicando o jugando a los dados, Roger había aprendido ya que no existía una forma de obligarlos a poner atención, por lo menos no una que él pudiera utilizar, no era una persona agresiva y las amenazas no eran algo que lograra usar sin morderse la lengua. Ese lunes parecía un día normal aunque no lo era, después de mucho meditarlo iba decidido a aplicar el examen correspondiente al primer bimestre de clases.

Cuando entro al salón sintió unas cuantas miradas esporádicas dirigidas hacia él por algunos jóvenes, depositó su portafolio sobre el viejo y frágil escritorio, al abrirlo la cerradura emitió un sonoro clic, saco los exámenes y los acomodo bajo su brazo, carraspeo la garganta para llamar la atención de los jóvenes, pero ninguno se inmuto.

- Jóvenes – dijo con tono tímido.

Una chica vestida toda de negro, que respondía al nombre de Violeta lo miro arqueando una de sus cejas oscuras, pero en sólo un segundo volvió a su enzarzada plática con un grupo de chicas.

- Jóvenes – repitió intentando sonar mas duro, cosa que no logro, si no, más bien se escucho aun mas intimidado. Esta ves nadie se molesto en mirarlo, solo pudo pensar en intentarlo de nuevo.

- Jóvenes…mm…jóvenes….tenemos….examen – dijo.

El resultado fue diferente, al oírlo todos los chicos habían guardado silencio, se miraban y lo miraban extrañados y sonrientes.

- ¡Excelente! profesor – dijo Violeta – estábamos preguntándonos cuando nos haría el primero.

- Si – dijo el chico sentado tras ella, al que todos llamaban Cebollo – Ya es hora de que me quiten el castigo mis papás.

- Supongo que llevándoles…eh…una buena nota te lo quitaran – dijo Roger, un poco mas aliviado después de ver la reacción positiva de los chicos, aunque le parecía raro el echo de que estuvieran tan confiados, sabiendo que todos los días habían ignorado sus clases.

A pesar de sus dudas repartió los exámenes entre los jóvenes, que alegres los recibían.

- Pueden comenzar a contestarlo y conforme lo terminen pueden ir saliendo –dijo.

Se sentó al borde el escritorio mientras observaba los lápices de sus alumnos moverse rápidamente contestado ansiosamente las preguntas de aquel examen que él había tenido miedo de aplicar, se sintió tonto por eso pensó.

Los chicos terminaron sorprendentemente rápido, solo habían pasado diez minutos cuando el penúltimo chico entrego el examen a Roger, Violeta lo observaba desde su pupitre había dejado ya de escribir en el papel.

- ¿Terminaste? – preguntó Roger, acercándose un poco a la chica gótica.

- Si – respondió ella, tendiéndole el examen.

Roger lo tomo y dio media vuela, avanzo hacia el escritorio y acomodó el examen junto con los otros en su portafolio, lo acababa de cerrar cuando la chica le hablo.

- ¿Profesor? – dijo en un tono aniñado.

- Que sucede señorita – respondió Roger, mientras giraba su vista hacia ella.

La chica camino hacia él, hasta situarse a un palmo de distancia.

- Solo me preguntaba cuando nos entregaría los exámenes – dijo mientras miraba distraídamente hacia la ventana, fingiendo ignorar su cercanía.

- No lo se – respondió él, tomando un poco de aire y alejándose de ella discretamente – supongo que para la próxima semana.

- A mi y a mis compañeros nos encantaría que fuera el día de mañana en la junta de padres de familia – dijo Violeta, esta ves mirándolo a los ojos – mis papas no suelen venir a las juntas – continuó - pero si ese día entrega los exámenes los convenceré para que vengan y se sientan orgullosos de mi.

- Hare lo posible…eh…de tenerlos listos ese día – dijo tímidamente Roger, que no pudo sostener la mirada de la chica y bajo la vista hacia el suelo.

- Gracias – dijo solamente la gótica y salio del salón apresuradamente.

pensó Roger, y se apresuro a salir también.

pensó, la había olvidado por completo,

Al anochecer cómodo en su sofá Roger tomo los exámenes que había aplicado ese día en la tarde.

- Rolando Jiménez Motta – leyó – veamos como te fue Rolando.

Al leer la primera respuesta pensó siguió leyendo las respuestas cada una peor que la anterior un poco molesto puso un gran 0 en el examen y se dispuso a examinar el siguiente. Las respuestas eran aun perores solo decía: “si”, “no”, “que me importa”, “solo dios sabrá”. Volvió a poner un gran cero y tomo otro examen, sabiendo ya que leería en el, empezó a echarles un vistazo rápido a todos, con la esperanza de ver alguna respuesta con sentido por lo menos, pero no encontró nada que calmara su frustración, incluso el examen de Violeta la chica rara que parecía entusiasmada con el resultado de sus exámenes carecía completamente de sentido y estaba completamente adornado por corazones negros. Dejo los exámenes aun lado, como era posible que hubiese creído que esos chicos que nunca lo escuchaban fueran a sacar un buen resultado en esos exámenes. < ¿Su entusiasmo seria solo para burlarse de mi?> se preguntó <> caviló lleno de ira.

En la mañana llego desde muy temprano para esperar la llegada de los padres a el aula 35, mientras tomaba café y reunía un poco de valor, observaba como el aula se iba llenando de padres e hijos que esperaban expectantes el comienzo de la reunión.

- Bien…creo que…estamos todos – dijo Roger después de un rato, intentado como siempre que su voz no sonara tímida y como siempre fallando en ello magistralmente.

- Como…seguramente sus hijos ya les comentaron…eh…el día de ayer les aplique un examen para evaluar…eh…su aprendizaje en este primer bimestre.

Las caras de los chicos parecían radiantes mientras sonreían, se miraban unos a otros y asentían gustosamente. <>

Es para mi…eh...un pesar – continuó diciendo – informarles…eh…que el desempeño de sus hijos en esta prueba fue…eh…desastroso.

Observo como las caras de los jóvenes cambiaban rápidamente a hacer primero una expresión de sorpresa y luego una de rabia contenida. Los rostros de los padres dejaban ver claramente la sorpresa que causaba aquella noticia.

Era todo lo contrario a lo que Roger esperaba el pensaba que los alumnos se echarían a reír y que los padres se mostrarían furiosos y la tomarían en contra de sus retoños, pero, todos parecían sorprendidos.

- ¡Eso no puede ser! - dijo un hombre grande y gordo apoyando la mano en el hombro de su hijo.

- ¿Por qué…eh…les sorprende? – preguntó Roger, tratando de adaptar su venganza a las nuevas circunstancias – este es el grupo mas indisciplinado de todo el bachillerato 516.

- Sabemos que nuestros hijos son algo desobedientes y tal vez insolentes – dijo la madre de Cebollo – mi hijo tiene una larga lista de reportes por mala conducta en esta escuela, pero nunca a sacado menos de 90 puntos en un examen.

- Su hijo, ni siquiera escribió bien su nombre en el examen – dijo audazmente Roger que había tomado un poco mas de confianza, mientras le tendía el examen a la enfurecida madre del chico – pueden revisar los exámenes si creen que miento.

Comenzó a repartir los exámenes a los padres.

- Solo lean las respuestas – dijo - aunque no conozcan de la materia se darán cuenta que carecen completamente de sentido, no se si con los demás profesores suceda igual pero no me extrañaría.

Los padres después de ver los exámenes y ya sin argumentos que oponer al profesor fueron saliendo del aula 35 lentamente, Roger recibió unas cuantas miradas de odio por parte de los chicos que se iban. Al quedarse solo se sintió satisfecho por lo sucedido, esperaba que los chicos aprendieran su lección y que la reprimenda de sus padres les sirviera para ser mas aplicados en un futuro, aunque no pudo evitar preguntarse como es que chicos como Cebollo nunca antes hubieran sacado un 0 en un examen. < ¿Seré yo el problema?, no eso no puede ser, no entiendo como es que sacan buenas calificaciones con otros profesores, seguramente los profesores no les hacen exámenes, sí eso debe ser.>

Se quedo contento con su simple y tranquilizadora conclusión y se fue a casa.

Al día siguiente al bajar de su auto para entrar en la escuela escucho que lo llamaban.

- ¡Profesor Roger! – gritó una vos de mujer.

Al mirar hacia donde venia la voz Roger vio a Violeta que lo llamaba haciéndole gestos rápidos con la mano.

Roger fue hacia ella trotando rápido.

- ¿Qué sucede señorita? – pregunto agitado.

- Es mi compañera Mónica, se desmayo y no puedo levantarla, ayúdeme por favor – dijo la gótica sollozando.

- ¿Dónde esta? – pregunto él, mirando hacia todos lados en busca de personas que ayudaran en el rescate, pero la escuela estaba desierta.

- Sígame – respondió la chica y comenzó a correr. Roger se armo de valor y la siguió de cerca pero al doblar la esquina la perdió de vista, continuó corriendo dos cuadras más hasta que se detuvo por que se sentía agitado.

- ¡Por aca! – grito Violeta, Roger la diviso en la esquina de la calle corrió a alcanzarla, al doblar la esquina se detuvo en seco, lo que vio lo sorprendió, todos los alumnos del aula 35 estaban allí, en ese momento Roger supo que lo estaban esperando a él y todo el valor se le desvaneció. Cebollo se acerco a el con un bat en la mano.

- Se de alguien que en rato no sabrá escribir su nombre – dijo el chico.

Héctor entro a la famosa aula 35, sabia que eran chicos difíciles, pero el siempre había sido un buen profesor.

- Buenas días – saludó. Los alumnos parecían ignorarlo.





Fin