miércoles, 12 de noviembre de 2008

Pesadilla

Lo sueños, que cosas tan raras suceden cuando estás soñando, muchas veces son tan reales, tan vívidos, tan tangibles que no te pasa por la cabeza pensar que tal vez estás divagando por tu mente, por más ilógico que pueda ser, mientras más imposible menos lo cuestionas. Son tan confusos que muchas veces te crees despierto, pero en realidad sigues en ese espejismo que llamamos sueño.

— ¿Y tú Juan crees en eso? —le preguntaron.
—No lo sé — dijo Juan. Veras hace unos días fui invitado por mi madre a una extraña misa, una misa poco usual, ésta tenía un nombre pero sinceramente no lo recuerdo, no soy muy religioso así que no puse mucha atención, mas algo llamó notoriamente mi curiosidad.

El sacerdote que conducía la misa narró una historia de su juventud, según él había combatido contra demonios que lo atacaban cuando dormía, contó que separaban su cuerpo de su alma y lo paralizaban, cosas por el estilo.

Me quede bastante sorprendió, ya que a mí me habían pasado cosas similares, pero las atribuía a pesadillas, fenómenos neurológicos o cualquier cosa relacionada con el sueño. De cualquier manera me pareció curioso.

Algunos días después, estaba durmiendo y cuando desperté y abrí los ojos sentía el cuerpo pesado, no podía mover ni un músculo.

—Esto debe ser un sueño —pensé.

De repente mi cuerpo se irguió en contra de mi voluntad y rápidamente me eleve de la cama hasta quedar suspendido sobre ésta. Avance hasta chocar contra la perded, intentaba moverme mientras observaba mis pies separados a unos sesenta centímetros del suelo, no lograba nada. La desesperación me dominaba quise gritar pero de mi boca no salía ningún sonido.

—No creo en esto, no creo en esto — repetía en mi cabeza.


Caí al suelo, me levante a duras penas, mi cuerpo seguía pesadísimo, como pude camine hasta la puerta, mientras avanzaba miré al buró que esta junto de mi cama, sobre éste estaba el vaso con agua que había dejado al iniciar la noche, intente tomarlo pero mi mano pasaba através de él.

Desperté, estaba recostado en mi cama boca abajo, con el corazón agitado, me seque el sudor de la frente, me levante y encendí la luz.

—Un sueño —me dije.

Volví la vista hacia el buró para tomar el vaso con agua pero no estaba.

—Seguramente nunca lo puse ahí—pensé.

Debo confesar que me daba algo de miedo apagar la luz, después de un rato logre acumular algo de valor repitiéndome que sólo había sido un mal sueño, pero sólo creyéndolo a medias. Me recosté en la cama y cerré los ojos.


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